Sadio Mané es un ejemplo notable no solo de futbolista, sino también de ser humano.
Desde pequeño le toco superar los innumerables desafíos que le imponían la pobreza y las condiciones extremas.
Sin embargo, nunca dejo de soñar y de creer que algún día lograría cumplir sus metas y así ayudar a todos los que estuvieron a su lado en las malas épocas.
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Mane conto durante una entrevista hace unos años: «Recuerdo muy bien el primer día que llegue a Francia. Hice los exámenes medicos y firme con el FC Metz».
«No tenía nada, ni siquiera podia hablarle a mi madre para decirle que estaba en Francia. Tuve que pedir prestado un teléfono para marcarle».
«Cuando le dije que estaba en Francia no me creyó, me dijo que yo vivía en Senegal, que no podia estar en Europa. Por más que le insistí, no me creyó».
«Pasaron varios días y le volví a marcar, y le dije que encendiera la TV y que buscara un partido en el que iba a jugar».
«Se emocionó mucho cuando me vio jugando. Fue algo increíble. En ese momento se dio cuenta de que mi sueño se había hecho realidad».