El Colo Barco es un ídolo de Boca con apenas unos partidos en su haber, pero con una actitud y juego que le hicieron ganar el corazón de los hinchas.
El joven de apenas 18 años llego en el momento justo para un Xeneize que se encontraba en la mira de los aficionados que ya empezaba a molestarse con el equipo por su nivel.
El jugador con una gambeta atrevida, y un coraje único para pelear cada balón, le dio al conjunto un cambio de aire y una inyección de ánimo.
Sin dudas es un personaje que ha llegado para quedarse, desde antes de su regreso a la primera la gente lo pedía.
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Pero no todo ha sido glorias en el camino a la primera para Valentin Barco, quien tubo que remarla y mucho desde muy pequeño.
Su propia madre se encargó de contar su historia, de mucho sacrificio, una familia a la que nada le sobraba, y hacia esfuerzos enormes por cumplir el sueño de su hijo.
«Manejábamos 400 kilómetros (ida y vuelta) 4 veces por semana para llevarlo a las prácticas y a los partidos», comenzó diciendo Patricia, la madre el jugador.
«A veces teníamos la plata justa para el peaje y el gas, el cebaba los mates, y venia comiendo un sandwich que le daban en la candela, y me decía ma toma la mitad, yo sé que vos también tenés hambre».
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